miércoles, 19 de octubre de 2011

Compatriotas



"Tampoco yo soy – o al menos no me considero – un mal catalán. Ni mi padre. Ni nadie, que yo sepa, de mi familia. Admiro y quiero – porque son rabiosamente “míos” – a Maragall, a Verdaguer y a Rusiñol, pero también me pertenecen – y no estoy dispuesto a ponerles una barretina sobre la tumba – Cervantes, Quevedo y Lope. He sido educado en una idea universalizada de la cultura y, por muy pequeño que sea el universo – que sí, que lo es -, me niego a empequeñecerlo todavía más. En el fondo de mi corazón sólo considero compatriotas a quienes leyeron los mismos libros que yo he leído. Lo demás – como dijo Shakespeare – es silencio." Adolfo Marsillach - Tan lejos, tan cerca

Todos conocemos la afrenta con que el salaz y coquetuelo Josep Antoni Durán i Lleida ha enfurecido de manera transversal todas las dignidades andaluzas. Pues bien, como indignada respuesta ha elaborado el Sevilla F.C., o sus mentes ejecutivas, que no pensantes, un enaltecedor lema. “Orgullosos de Andalucía”; eso nos comunicará cada una de las once camisetas que disputarán el próximo partido de fútbol contra el F.C. Barcelona a los que permanecemos desapercibidos de su intenso amor al terruño; yo sí, tú no. “Orgullosos de” se escribirá en una tipografía muy sobria, de leves tonalidades marciales (según mi sesgado criterio), sin espacio para el regocijo estético; la palabra “Andalucía”, por el contrario, se imprimirá tal cual aparece en los catálogos turísticos y la publicidad de televisión, como en esa tornasolada cornisa que domina el Paseo de la Castellana, cerca de Plaza de Castilla; con esa tipografía orientalizante que todos hemos visto, con ese duende… Casualmente, la autoridad turística se encuentra dentro del grupo de los patrocinadores del Club. 


Lo lamento por los pobres béticos, a los que la hipocresía y la inabarcable masa acéfala que constituye el grueso de los españoles (no sólo los andaluces) harán quedar en el cuadro como unos malos andaluces, como menos andaluces, en todo caso, que sus dignos vecinos del barrio de Nervión. Se puede ser andaluz y se puede no serlo, como catalán, se es catalán o no se es catalán; no hay nadie menos catalán que otro, no hay nadie más andaluz que otro. Hay andaluces y no andaluces, hay catalanes y no catalanes; hay gente que se aprovecha y gente que no se aprovecha; hay gilipollas y no gilipollas.

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