miércoles, 22 de abril de 2009

957

El jabón que se eleva desde el suelo mojado y la fregona escurrida al fondo de un pasillo. Los vapores de comida casera que fluyen por las calles competitivos a eso de las dos. Un boquerón frito desmenuzándose en la boca, el perfume floral de una copa de montilla, un geranio en pétalos distraídos por el suelo, aun vivos sobre la calle punzante bajo los pies. Un sincretismo silencioso de iglesias, estacas de la cristiandad invasora, sobre cimientos de mezquitas derribadas. La violencia ahogada y olvidada por el azahar tibio de las plazas. Calles partidas en una avenida luminosa de sol y el sendero climatizado de la sombra. Una mano invisible que nos lleva a través de los sucesivos albaicines aplastados. Caminar lejos, lejos de las mesas de guiris colorados riendo ajenos al silencio de la tarde. Una conversación y tu mirada que se va enredando en sí misma sobre el mármol.

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