jueves, 6 de agosto de 2009

Reacciones



"Tucha le insistió varios años seguidos para que comprase una cámara fotográfica (Al menos por los niños), pero la idea de los rostros inmóviles en un tiempo congelado, progresivamente más antiguo, le estremecía desde la infancia, mirar por una pequeña lente y ver a una persona sonriendo del otro lado" Antonio Lobo Antunes - Acerca de los pájaros.

El viejo calló su voz cascada mientras asumía que, una vez más, tendría que escenificar la antigua didáctica de las afinidades alcohólicas, -asombra la capacidad de los viejos para vencer el tedio de la repetición, con qué entusiasmo cuentan aquellas cosas que llevan repitiendo a sus audiencias durante plurales décadas-. Es cierto que de nada sirven las palabras para convencer al que no quiere ser convencido, pero frente a la muestra de los hechos sólo los estúpidos pueden hacerse fuertes en su estupidez. Segundo, el viejo empresario de la noche, vertió dos dedos del melifluo Bailey's en lo más hondo del tubo, hizo después sonar un mágico schweppes y con toda la pompa discreta del jazz, vertió apenas unas gotas de la tónica sobre los dos dedos del melifluo Bailey's. Y entonces, una ley quiso demostrarse, y todo lo que era un sereno remanso de escocés y crema de leche se convirtió en una espumosa llamarada líquida que acabó por superar las angosturas de ese vaso que tan bien conocemos, para pringar burbujeante el barniz de los inmediatos contornos de la barra.

Será que las reacciones disparatadas derivadas de determinadas mezclas, esas mágicas explosiones y enigmáticos cambios de color, temperatura, o textura de las cosas, que el cine ha atado a una bata blanca, a unas gafas de culo de vaso, a unos cabellos tiesos y a las apolilladas aulas de enseñanza, son la mejor alegoría de los cimientos que habitan bajo nuestras más trascendentes decisiones.

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