martes, 11 de agosto de 2009

Arte figurativo


"Cuando estoy a solas conmigo mismo no tengo valor para considerarme un artista en el sentido grande y antiguo de la palabra. Verdaderos pintores fueron Giotto, Rembrandt y Goya; yo no soy más que un amuseur public, que ha comprendido su tiempo y ha aprovechado lo mejor que ha sabido hacerlo la imbecilidad, la vanidad y la ambición de sus contemporáneos. Ésta que le hago es una amarga confesión, más dolorosa de lo que le pueda parecer, pero tiene el mérito de ser sincera". Pablo Picasso

Esa ligereza con que él trata lo que no tiene vuelta atrás. La facilidad con que pronuncia la palabra "muerte", asumiendo que es un hecho que le ronda de cerca desde hace tiempo, venciendo sin aparente esfuerzo esos temores innombrables que palpitan en los corazones jóvenes que le escuchan en silencio y espantados. Él, como Whitman; se me ocurre que son quienes más aprovechan la vida aquellos que con mayor naturalidad hablan de la muerte. Esa ley de vida, ese momento que tiene más nombre que voz; la muerte se ha desinflado y yace junto a sus pies pequeños, anulada por toda la indiferencia de quien se sabe un superviviente.

El dedo índice estirado, un estilete pálido, albino, se extiende tenso sobre la frente de su nariz. Un dorso blanco de cocodrilo -¿Es blanco o es que no tiene color?-, bordado por las arrugas de todos los días de todos los últimos noventa años de este país. Rozando impreciso con su uña el entrecejo, mediando entre sus dos ojos bien abiertos, que humildes significan énfasis, que te anuncian que las próximas palabras no merecerían ser olvidadas.

Miro mi propio retrato y lo redescubro. El dibujo viene de aquellos años que sólo conozco por lo que me han contado. Ahora puedo tocar ese papel que nos sobrevivirá a él y quizás a mí. Entonces percibo lo extraordinario, lo que la familiaridad ha ocultado al tribunal íntimo que decide sobre mis filias. Tan cerca ha estado, que esta noche no puedo perdonarme el tiempo que se ha sorbido. Hoy la honestidad me ha puesto un espejo delante y he empezado a verme las vergüenzas en mis propios ojos infantiles.

Hoy quiero rescatar todas las palabras de un abuelo, reforzadas por el poder de conquista que sólo da el desprecio natural hacia todos los gritos vanos que siempre consiguen llamar nuestra atención.

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